Catalina Curiel de Pérez |
En el mes de octubre, recién cumplimos 17 años de montar nuestra primera exposición, dedicada al Artista venezolano, del cual tomamos su nombre, Manuel Silvestre Pérez.
Este próximo 1 de enero estaría celebrando con nosotros 110 años.
Este insigne maestro, participó en la creación del “Taller Libre de Arte”, junto a Oramas, Trompiz, Régulo Pérez (muchos de ellos trabajaron y durmieron en su casa de San José; Además fue también de uno de los primeros maestros egresados con la mención: “Dibujo y manualidades”, cargo que ejerció hasta su jubilación en la Escuela 19 de Abril, frente a la plaza de Capuchinos, en San Martin.
Sus últimos años, y decepcionado por los “marchantes de arte”, decide retirarse de las exposiciones y se dedica en su taller a realizar, lo que él llamó “travesuras”.
Allí en ese hogar, era protegido por su compañera de siempre: Catalina Curiel de Pérez.
A esta dulce matrona, la conocí hace ya 22 años, cuando daba clases en mi taller (vecino a su casa).
Solitaria y casi presa de sus dolencias, la visitábamos encontrándola siempre custodiando las obras y los recuerdos de su esposo; su hogar, repleto de silencios y sombras, se adornaba con las pocas obras que dejaron los “marchantes extraviadores de obras”, cuando se olvidaron de llevárselas.
A esta noble mujer que nos acompañó en muchas de las exposiciones que realizamos, le dedico estas simples palabras:
Como una mariposa
suspendida en el tiempo,
casi como una pintura.
Ella está allí.
Sus colores y matices agonizantes,
aleteando fuertemente
para retirar el tiempo
y evitar que la desidia
ataque los capullos e vida
que cuelgan
de la húmedas paredes…
Ella está allí:
Catalina Curiel.
Agobiada por mil años
Se apoya en su bastón…
…Y en la vida
Para mantener lejos
Las sombras y el olvido.
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