Septiembre 1995 |
…En los procesos de transición
de la humanidad los pueblos deben
ser tratados como los arboles
hay que regarlos por la raíces…
Beatriz Veit-Tane.
En las grandes selvas ubicadas a orillas de los hermosos ríos diamantíferos y en lo alto de las montañas neblinosas, por los valles que ilumina el violento sol del Caribe, trascurrió la existencia maravillosa, llena de hazañas, de grandes migraciones, de mutaciones y cambios, de desarrollo cultural, extraído del inagotable teso de los mitos, leyendas, costumbres y religiones de una raza indígena de altivos guerreros y de sutiles poetas soñadores, de agricultores y forjadores de misteriosas danzas y cánticos entonados al compás de extraños sonidos de guaruras, en mágicos ritos dirigidos por Shamanes y Piaches.
Si la historia de los Caracas, Teques, Cumanagotos, Caquetíos, Waicas, Guaraos, Guaiqueríes, Arekunas, Maquiritares, Motilones y Guajiros y demás tribus y grupos étnicos de esa hermosa humanidad de piel colorida y ojos rasgados, que aún deambula silenciosa y arrogante por nuestras selvas y praderas, tras la huella del venado o escapando del maligno espíritu de Canaima se llevara a la literatura, darían material suficiente para miles de libros que nada tendrían que envidiar a los libros de Homero, a los libros de las Vedas indostánicas o a los libros sagrados de los nórdicos.
A este universo se unió el negro esclavo, arrancado del corazón del continente africano y el conquistador blanco, misionero de una fe nueva y extraña, la cual se fundiría con las del indígena y el negro para formar esta nueva civilización, de un gran pluralismo cultural, religioso, místico, donde debemos integrarnos.
De este crisol surgió una multiplicidad de identidades culturales que, por estar insertas en contextos homogeneizadores tienden a su destrucción, castrando el proceso de integración como la fórmula de desarrollo social más avanzada en las puertas del nuevo siglo.
El desarrollo de una nación en el plano económico y tecnológico, debe estar dirigido a garantizar el bienestar de los seres humanos.
Identificar y desarrollar en cada comunidad los valores socio-culturales existentes a través de sus tradiciones, el aporte de la religión y como consecuencia de ello la cultura, que es la potencialidad del hombre para darle significado a su propia vida, es el objetivo de la convocatoria a este gran encuentro de creencias: Tradición y Cultura.
Blanca Pereira.
Sep. 1995
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